Con la finalidad de resumir su trabajo, presentamos un resumen de su planteo como ante- colofón de nuestro trabajo. El Cuerpo del Señor había sufrido una muerte violenta por lo que, según la ley judía, no podía ser limpiado antes de su sepultura. La unción y la preparación se haría entonces sobre sus heridas y costras que habían dejado sus tormentos. Para ello era necesario:
1) Treinta y dos kilos setecientos gramos de «aromas»: mezcla de mirra y áloe, traída por Nicodemo, con las que se aromatizaría no sólo el cuerpo, sino también las paredes del sepulcro, según la antigua usanza.
2)Un gran lienzo, doblado, desde los pies a la cabeza, dando la vuelta y volviendo por detrás hasta los pies: su tamaño es de 4,40 por 1,20 metros (esta es la Santa Síndone que se encuentra hoy en Turín).
3) Vendas: luego del lienzo doblado, se recubría al difunto con «cintas» o «vendas» (de la misma tela que el lienzo), alrededor del cuerpo como si fuera una momia. ¿Con qué finalidad? Pues para impedir la rápida evaporación de aromas y perfumes.
4) Dos pañuelos o lienzos: uno para la mandíbula y otro para cubrir su cabeza.
Pues bien: ¿Qué fue lo que vio San Juan? El Evangelio narra que San Juan vio «las vendas y los paños» pero no el Cuerpo. Las vendas (othónia) estaban extendidas (keímena, en griego; en latín el verbo es iacere, como si dijésemos «yacientes»), es decir, «tumbadas, en posición horizontal». Y entonces creyó… Ahora: ¿bastaba eso para creer? Pues creemos que no
¡Crucifícalo!: Análisis histórico-legal de un deidicio
Javier Olivera Ravasi