Pareciera que el perdón sólo trajera beneficio a la persona que lo recibe, lo cual no es cierto. Siendo honestos, el perdón beneficia más a quien lo da que a quien lo recibe. Quienes han tenido o tienen algún odio o resentimiento en su corazón, saben lo terrible que es llevar esa carga. Puede estar viviendo el día más feliz de su vida, y de repente ve a esa persona contra la que tiene resentimiento, y todo el día se echa a perder. Cuando una persona perdona, suelta esa carga y experimenta libertad, paz, tranquilidad. ¿Qué pierde una persona cuando perdona de corazón? ¡Nada! Al contrario lo gana todo. En realidad el perdón es un requisito indispensable para ser feliz. En este sentido, el perdón es dos veces bendito: bendice a quien lo da y a quien lo recibe. Las personas que aprenden a perdonar viven más tranquilas, asumen con más valentía el dolor, se deprimen menos, sufren menos ansiedad, menos estrés, son más optimistas, aumentan su seguridad y aprenden a quererse más
