La respuesta a los llamados de Dios:
muchas personas no se han podido perdonar el hecho de no haber respondido a Dios con la generosidad que Él exigía. Cierto es que “el amor de Cristo nos apremia” (2 Cor 5,14), sin embargo, siempre estamos a tiempo para decirle a Dios: “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38), pues el Señor sabrá conducirnos aún después de nuestros equívocos. Entonces no es resentimiento contra nosotros mismos sino disposición y apertura a escuchar la voz de Dios en las circunstancias actuales
