Este es mi cuerpo, está es mi sangre

En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus Apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf 1 Co 5, 7), por la salvación de los hombres: «Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros» (Lc 22, 19) «Esta es mi sangreSigue leyendo «Este es mi cuerpo, está es mi sangre»

Cristo Crucificado

Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados (S. Francisco de Asís, Admonitio, 5, 3) Cristo crucificado,  Velázquez,  Museo del Prado. 1632

Nuestra propia culpa

La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el testimonio de sus santos, no ha olvidado jamás que «los pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el divino Redentor» (Catecismo Romano, 1, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzanSigue leyendo «Nuestra propia culpa»

Lo que hicieron un día por nosotros

Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor, tu Dios, te lo ha mandado, para que tengas una larga vida y seas feliz en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. Deuteronomio 5,16

Sermón de la montaña

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una «i» o un ápice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno deSigue leyendo «Sermón de la montaña»

Discípulos

Desde el comienzo de su vida pública Jesús eligió unos hombres en número de doce para estar con Él y participar en su misión (cf. Mc 3, 13-19); les hizo partícipes de su autoridad «y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar» (Lc 9, 2). Ellos permanecen para siempre asociados alSigue leyendo «Discípulos»