En cuarto lugar, y para obtener más fácilmente lo que intentamos, con el mayor encarecimiento encomendamos a vuestra fe y a vuestros desvelos la juventud, esperanza de la sociedad. Poned en su educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hagáis, creáis haber hecho lo bastante para preservar a la adolescencia de las escuelas y maestros de que pueda temerse el aliento pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los párrocos, a que insistan, al enseñar la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos de la perversidad de estas sociedades, y que aprendan desde luego a precaverse de las fraudulentas y varias artes que suelen emplear sus propagadores para enredar a los hombres. Y aun no harían mal los que preparan a los niños para bien recibir la primera comunión, en persuadirles que se propongan y empeñen a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres, o sin consultarlo con su confesor, o con su párroco.
ALBERTO CATÜRÉLLÍ LA IGLESIA CATÓLICA Y LA MASONERÍA Doctrina y Documentos
