Y estamos seguros que el Señor no niega a nadie el don de perdonar pues él mismo pidió innumerable cantidad de veces que perdonemos.
La vida del Señor Jesús se desarrolló en torno al perdón; su ministerio fue fundamentalmente de reconciliación. Vino para que recibiéramos el perdón de Dios (Ef 2,14.18); perdonó a la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y a los que le crucificaron (Lc 23,34)
