Nos saca del pecado
es el primer fruto de la oración. Así decía santa Catalina de Siena: “o dejamos la oración o dejamos el pecado”. En este orden de ideas, “la oración restablece al hombre en la semejanza con Dios” (Catecismo, 2572) y transforma el corazón. (cf. Catecismo, 2739)
