tuvo desarrollos científicos importantes y, todavía más, el cristianismo jugó un papel crucial en lo que Weber llamó el «desencantamiento del mundo». Recordemos al respecto que el monoteísmo en general, y sobre todo el judeocristianismo, supusieron un corte radical con la idea de un mundo sujeto a la magia y los espíritus, en el que la naturaleza era, esencialmente, encantamiento. Con el monoteísmo, «a pesar de que el mundo y el trasmundo permanecen relacionados, obedecen a diferentes principios de orden».
Esto desata, ciertamente, un poderoso desencantamiento del mundo: causalidad natural y causalidad compensatoria han sido separadas. Ya no se está frente a un mundo caótico, sino frente a un orden estable, y solo bajo esta presuposición es posible el conocimiento racional. El historiador de la ciencia Stanley Jaki ha enseñado que la tradición cristiana desde el Antiguo Testamento en adelante concibe a Dios como un ser racional y metódico, responsable de una creación que, por el mismo motivo, es racional y metódica: por ello mismo, luego, puede ser racionalmente conocida.
En el Libro de la Sabiduría, subraya Jaki, encontramos que Dios «ordenó todas las cosas por su medida, su número y su peso», introduciendo racionalidad en la existencia y conformando un fértil campo sobre el cual la ciencia pudiera posteriormente desarrollarse.
AGUSTIN LAJE, LA BATALLA CULTURAL REFLEXIONES CRÍTICAS PARA UNA NUEVA DERECHA
