Después de la Gloria a Dios, la santificación

Después de la glorificación de Dios, y perfectamente subordinada a ella, la vida cristiana tiene por finalidad la santificación de nuestra propia alma. El bautismo, puerta de entrada en la vida cristiana, siembra en nuestras almas una «semilla de Dios»: es la gracia santificante. Ese germen divino está llamado a desarrollarse plenamente, y esa plenitudSigue leyendo «Después de la Gloria a Dios, la santificación»

Sólo mora en este Monte la honra y gloria de Dios

La santificación de nuestra propia alma no es, pues, el fin último de la vida cristiana. Por encima de ella está la gloria de la Trinidad Beatísima, fin absoluto de todo cuanto existe. Y esta verdad, con ser tan elemental para los que comprendan la trascendencia divina, no aparece, sin embargo, dominando en la vidaSigue leyendo «Sólo mora en este Monte la honra y gloria de Dios»

Gloria a Dios

Tal es la finalidad última y absoluta de toda la vida cristiana. En la práctica, el alma que aspire a santificarse ha de poner los ojos, como blanco y final que enderece sus fuerzas y anhelos, en la gloria misma de Dios. Nada absolutamente ha de prevalecer ante ella, ni siquiera el deseo de’la propiaSigue leyendo «Gloria a Dios»

¡La gloria de Dios!

He aquí el alfa y la omega, el principio y el fin de toda la creación. La misma encarnación del Verbo y la redención del género humano no tienen otra finalidad última que la gloria de Dios: cuando le queden sometidas todas las cosas, entonces el mismo Hijo se sujetará a quien a El todoSigue leyendo «¡La gloria de Dios!»

Misticismo

Al llegar aquí ya podemos preguntarnos qué es la mística, y creemos que es muy fácil de entender la respuesta. Vida mística es esa que lleva el hombre cuando, en unión de amor y entregado totalmente a Dios, es gobernado por el Espíritu Santo por medio de sus dones. Es ese estado pasivo (y activísimo),Sigue leyendo «Misticismo»

Perfección cristiana

El hombre se vació por completo de sí mismo y de todo ser creado para llenarse de Dios; el hombre murió a sí mismo como hijo de Adán, para resucitar o nacer de nuevo, «no de la carne ni de la sangre», sino del Espíritu de Dios; el hombre se negó a sí mismo, seSigue leyendo «Perfección cristiana»

Cuando el hombre se entrega, Dios obra.

Lo cual es la obra perfecta del puro amor. Porque ese amor, que fué viviendo, que fué creciendo por los caminos del conocer…, cuando llega a ser sumo, total; cuando con todo el corazón, porque ya no le quedan capacidades amorosas para amar nada fuera de Dios, pues a sí mismo se niega y deSigue leyendo «Cuando el hombre se entrega, Dios obra.»

Cuando el hombre obedece, Dios gobierna.

—Cuando se sabe ya que Dios nos habla, con un pleno y perfecto convencimiento; que nos habla por medio de criaturas o que nos habla por sí directamente; cuando se sabe en forma vital que Dios es infinitamente sabio, infinitamente bueno, infinitamente amoroso, que infinitamente mejor que nosotros sabe el camino que tenemos que seguirSigue leyendo «Cuando el hombre obedece, Dios gobierna.»

Cuando el hombre escucha, Dios habla

—Difícil es al hombre escuchar a un semejante suyo. Lo más difícil de la conversación es precisamente saber escuchar. Pero escuchar a Dios es mucho más difícil todavía. Vivimos entre una serie de ruidos infinitos; ruidos, digámoslo así, por fuera y por dentro. Por fuera, las ininterrumpidas impresiones de las criaturas a través de nuestrosSigue leyendo «Cuando el hombre escucha, Dios habla»

Cuando el hombre pregunta, Dios responde

—Este preguntar del hombre puede ser en formas variadísimas. Una desgracia nos puede hacer preguntar por la causa de la misma. Y, si ahondamos lo bastante, nos encontraremos con Dios, que comienza a respondernos. Un fenómeno de la naturaleza, o el orden del Universo, la marcha de la Historia, o el origen de la autoridad—siSigue leyendo «Cuando el hombre pregunta, Dios responde»