NATURALEZA, ORIGEN, PROGRESO DE LA LITURGIA

Deber de la colectividad Este es un deber que obliga ante todo a cada uno en particular; pero es también un deber colectivo de toda la comunidad humana, ordenada con recíprocos vínculos sociales, ya que también ella depende de la suprema autoridad de Dios. Nótese, además, que éste es un deber particular de los hombresSigue leyendo «NATURALEZA, ORIGEN, PROGRESO DE LA LITURGIA»

La liturgia, culto público

Honrar a Dios: deber de cada uno El deber fundamental del hombre es, sin duda ninguna, el de orientar hacia Dios su persona y su propia vida: «A El, en efecto, debemos principalmente unirnos como indefectible principio, a quien igualmente ha di dirigirse siempre nuestra deliberación como a último fin, que por nuestra negligencia perdemosSigue leyendo «La liturgia, culto público»

Deficiencias de algunos. Exageraciones de otros

La pureza de la fe y de la moral debe ser la norma característica de esta sagrada disciplina, que tiene que conformarse absolutamente con las sapientísimas enseñanzas de la Iglesia. Es, por tanto, deber nuestro alabar y aprobar todo lo que está bien hecho, y reprimir o reprobar todo lo que se desvía del verdaderoSigue leyendo «Deficiencias de algunos. Exageraciones de otros»

Deficiencias de algunos. Exageraciones de otros

Ahora bien: si, por una parte, vemos con dolor que en algunas regiones el sentido, el conocimiento y el estudio de la liturgia son a veces escasos o casi nulos, por otra observamos con gran preocupación que en otras hay algunos, demasiado ávidos de novedades, que se alejan del camino de la sana doctrina ySigue leyendo «Deficiencias de algunos. Exageraciones de otros»

Solicitud de la Santa Sede en favor del culto litúrgico

Vosotros, indudablemente, sabéis muy bien que esta Sede Apostólica ha procurado siempre, con gran diligencia, que el pueblo a ella confiado se educase en un verdadero y efectivo sentido litúrgico, y que, con no menor celo, se ha preocupado de que los sagrados ritos resplandeciesen al exterior con la debida dignidad. En el mismo ordenSigue leyendo «Solicitud de la Santa Sede en favor del culto litúrgico»

Despertar de los estudios litúrgicos

Las augustas ceremonias del Sacrificio del altar fueron mejor conocidas, comprendidas y estimadas; la participación en los sacramentos, mayor y más frecuente; las oraciones litúrgicas, más suavemente gustadas; y el culto eucarístico, considerado —como verdaderamente lo es centro y fuente de la verdadera piedad cristiana. Fue, además, puesto más claramente en evidencia el hecho deSigue leyendo «Despertar de los estudios litúrgicos»

Despertar de los estudios litúrgicos

Sabéis sin duda alguna, venerables hermanos, que a fines del siglo pasado y principios del presente se despertó un fervor singular en los estudios litúrgicos, tanto por la iniciativa laudable de algunos particulares cuanto, sobre todo, por la celosa y asidua diligencia de varios monasterios de la ínclita Orden benedictina; de suerte que, no sóloSigue leyendo «Despertar de los estudios litúrgicos»

Qué espectáculo más hermoso para el cielo y para la tierra

«¡Qué espectáculo más hermoso para el cielo y para la tierra que la Iglesia en oración! decía nuestro predecesor Pío XI, de feliz memoria . Siglos hace que, sin interrupción alguna, desde una medianoche a la otra, se repite sobre la tierra la divina salmodia de los cantos inspirados, y no hay hora del díaSigue leyendo «Qué espectáculo más hermoso para el cielo y para la tierra»

La Iglesia continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo

La Iglesia, pues, fiel al mandato recibido de su Fundador, continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo, sobre todo mediante la sagrada liturgia. Esto lo hace, en primer lugar, en el altar, donde se representa perpetuamente el sacrificio de la cruz y se renueva, con la sola diferencia del modo de ser ofrecido[6]; en segundo lugar,Sigue leyendo «La Iglesia continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo»

Jesucristo, Redentor del mundo

Así, todos los hombres, felizmente apartados del camino que desdichadamente los arrastraba a la ruina y a la perdición, fueron ordenados nuevamente a Dios para que, colaborando personalmente en la consecución de la santificación propia, fruto de la sangre inmaculada del Cordero, diesen a Dios la gloria que le es debida. Quiso, pues, el divinoSigue leyendo «Jesucristo, Redentor del mundo»