Sed fuertes

“Apruebo vuestra gimnasia, vuestras carreras de atletismo, en bicicleta o en canoa, vuestro alpinismo y todo lo demás, porque estos pasatiempos libran de la ociosidad, madre de todos los vicios, y porque estas amistosas competiciones serán para vosotros un símbolo de la emulación en la práctica de la virtud […] Sed fuertes en guardar ySigue leyendo «Sed fuertes»

La Iglesia continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo

La Iglesia, pues, fiel al mandato recibido de su Fundador, continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo, sobre todo mediante la sagrada liturgia. Esto lo hace, en primer lugar, en el altar, donde se representa perpetuamente el sacrificio de la cruz y se renueva, con la sola diferencia del modo de ser ofrecido[6]; en segundo lugar,Sigue leyendo «La Iglesia continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo»

Santa Bernardita

María Bernarda nació el día 7 de Enero del año 1844 en Lourdes (Francia) en una humilde familia de molineros. En casa la llamaban Bernadette. Era endeble y de poca salud; desde pequeña padecía asma y en una epidemia se contagió del cólera aunque pudo salvarse. Cuidaba unas ovejas de su familia, y aunque asistíaSigue leyendo «Santa Bernardita»

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

PRIMERA LECTURA Lectura del libro del Génesis. AL principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: «Exista la luz».Y la luz existió.Vio Dios que la luz eraSigue leyendo «Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno»

Sólo pueden participar de la eucaristía los que admiten como verdaderas nuestras enseñanzas, han sido lavados en el baño de regeneración y del perdón de los pecados y viven tal como Cristo nos enseñó

Porque el pan y la bebida que tomamos no los recibimos como pan y bebida corrientes, sino que así como Jesucristo, nuestro salvador, se encarnó por la acción del Verbo de Dios y tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que aquel alimento sobre el cual se ha pronunciadoSigue leyendo «Sólo pueden participar de la eucaristía los que admiten como verdaderas nuestras enseñanzas, han sido lavados en el baño de regeneración y del perdón de los pecados y viven tal como Cristo nos enseñó»

CRISTO ES CABEZA DE LOS ÁNGELES

—Consta expresamente en la Sagrada Escritura. Hablando de Cristo, dice el apóstol San Pablo: «El es la cabeza de todo principado y potestad» (Col. 2,10). La prueba de razón la da Santo Tomás, diciendo que donde hay un solo cuerpo hay que poner una sola cabeza. Ahora bien: el Cuerpo místico de la Iglesia noSigue leyendo «CRISTO ES CABEZA DE LOS ÁNGELES»

Falsificaciones de la obediencia

Sin llegar a los excesos de la franca y formal desobediencia, que es el pecado diametralmente opuesto a la obediencia, ¡cuántos modos y maneras ha de falsificar o deformar esta virtud, tan contraria al instinto de natural rebeldía propio del espíritu humano! He aquí algunas de sus principales manifestaciones: Obediencia farisaica: que entrega una voluntadSigue leyendo «Falsificaciones de la obediencia»

Manso y humilde

Evangelio según san Mateo, 5: 4- 4 «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra». (v. 4) Mansos son aquellos que ceden a las exigencias injustas, no resisten el mal y vencen las malas acciones con las buenas San Agustín, de sermone Domini, 1,2

Influjo vital de Cristo en los miembros de su Cuerpo místico.

Jesucristo es la Cabeza de un Cuerpo místico que es su Iglesia. Consta expresamente en la divina revelación: «A El sujetó todas las cosas bajo sus pies y le puso por Cabeza de todas las cosas en la Iglesia que es su cuerpo» (Eph. 1,22-23; cf. 1 Cor. i2ss.). La prueba de razón la daSigue leyendo «Influjo vital de Cristo en los miembros de su Cuerpo místico.»

Jesucristo, Redentor del mundo

Así, todos los hombres, felizmente apartados del camino que desdichadamente los arrastraba a la ruina y a la perdición, fueron ordenados nuevamente a Dios para que, colaborando personalmente en la consecución de la santificación propia, fruto de la sangre inmaculada del Cordero, diesen a Dios la gloria que le es debida. Quiso, pues, el divinoSigue leyendo «Jesucristo, Redentor del mundo»