Desde el mundo agitado

Evangelio según san Mateo, 4: 18- 22 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio dos hermanos, Simón, que después se llamó Pedro y Andrés su hermano, que arrojaban las redes al mar: eran pescadores: Y les dijo: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos inmediatamente dejando las redes le siguieron. YSigue leyendo «Desde el mundo agitado»

Obligación Pontificia

En tan inminente riesgo, en medio de tan atroz y porfiada guerra contra el nombre cristiano, es Nuestro deber indicar el peligro, señalar a los adversarios, resistir cuanto podamos sus malas artes y consejos para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvación Nos está confiada, y no sólo permanezca, firme y eterno el reino deSigue leyendo «Obligación Pontificia»

obediens usque ad mortem

Obediente hasta la muerte(La terrible reparación de nuestra desobediencia) Por desobedecer, algunos ángeles se convirtieron en demonios: «La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 Pe 2,4). Esta “caída” consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de estaSigue leyendo «obediens usque ad mortem»

La sociedad masónica

En Nuestros días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, siéndoles guía y auxilio la sociedad que llaman de los Masones, extensamente dilatada y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, muy audazmente se animan contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en públicoSigue leyendo «La sociedad masónica»

Refutación al ateísmo

MATERIALISMO – PANTEÍSMO – POSITIVISMO – EVOLUCIONISMO ¿Puede explicarse, prescindiendo de Dios, el origen del mundo y de los seres que lo componen? No; es imposible. Todos los sistemas inventados para explicar el origen de los seres, el movimiento y el orden que reinan en el mundo, la vida de las plantas y de losSigue leyendo «Refutación al ateísmo»

Las dos ciudades

Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica Ciudad terrenal y ciudad de Dios. El humano linaje, después de haberse, por envidia del demo nio, miserablemente separado de Dios, creador y da dor de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos, de los cuales el uno combate asiduamente por la verdad y laSigue leyendo «Las dos ciudades»

La configuración con Jesucristo

La configuración con Cristo es la finalidad misma de nuestra vida cristiana en orden a nuestra santificación e incluso mirando a la glorificación de Dios, finalidad última y absoluta de la Creación. En el plan actual de la divina Providencia, no podemos santificarnos ni glorificar a Dios sino por Jesucristo y en El. Es, pues,Sigue leyendo «La configuración con Jesucristo»

Definiciones del Concilio Vaticano I, el sentido común de la iglesia

Vamos a exponer aquí las definiciones de la Iglesia, no como un argumento contra los incrédulos, sino para hacer resaltar la perfecta armonía existente entre las enseñanzas de la religión católica y la razón “La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señorSigue leyendo «Definiciones del Concilio Vaticano I, el sentido común de la iglesia»

Después de la Gloria a Dios, la santificación

Después de la glorificación de Dios, y perfectamente subordinada a ella, la vida cristiana tiene por finalidad la santificación de nuestra propia alma. El bautismo, puerta de entrada en la vida cristiana, siembra en nuestras almas una «semilla de Dios»: es la gracia santificante. Ese germen divino está llamado a desarrollarse plenamente, y esa plenitudSigue leyendo «Después de la Gloria a Dios, la santificación»

Sólo mora en este Monte la honra y gloria de Dios

La santificación de nuestra propia alma no es, pues, el fin último de la vida cristiana. Por encima de ella está la gloria de la Trinidad Beatísima, fin absoluto de todo cuanto existe. Y esta verdad, con ser tan elemental para los que comprendan la trascendencia divina, no aparece, sin embargo, dominando en la vidaSigue leyendo «Sólo mora en este Monte la honra y gloria de Dios»